Durante la República Romana los incendios los combatían partidas de esclavos llamadas en conjunto Familia Publica, sujetas a la autoridad de magistrados; estacionadas
en las puertas y en la murallas de la ciudad, su equipo consistía en poco más que cubos llenos de agua. Había también grupos de bomberos sostenidos por particulares deseosos de obtener ganancias
pecuniarias.
Después del desastroso incendio del año 6 d.C. , el emperador Augusto sustituyó este deficiente sistema con el cuerpo de vigiles, primer departamento de incendios verdaderamente profesional en el
mundo. Los vigiles se dividían en siete unidades, o cohortes, cada una responsable de dos de los 14 distritos en que se dividía Roma.
Cada cohorte constaba de unos 1 000 hombres con distintas especialidades: los aquarii usaban cubetas de esparto tejido y alquitranado para transportar el agua a lo largo de hileras formadas entre una
fuente y el sitio del incendio; los siffonarii arrojaban agua al fuego por medio de un siphos, bomba de mano de latón parecida a una aguja hipodérmica pero de 1.20 m de largo; los uncinarii usaban
unas lanzas provistas de ganchos, con las que se sujetaban a los techos y paredes en llamas.